domingo, 2 de agosto de 2009

Doble o nada

Creo que desde El último encuentro de Márai, no había disfrutado de ninguna de mis lecturas como lo hice al encontrarme con este libro.
Es cierto que tampoco me he prodigado demasiado en los últimos meses, pero si he pasado por algunos que se han convertido en perfectos somníferos de cabecera que todavía siguen amenazando con extraviar el marcapáginas antes de llegar a la meta.

La primera novela de Maribel Gilsanz ha pasado por delante de esos libros anclados como si de una Zodiac se tratara y aunque no he comenzado aún el segundo de sus relatos, me atrevo a asegurar que no va a dejarme mal a estas alturas. Doble o nada tiene algunas de las cosas que le pido a una historia, es decir, que te sugiera, que te enganche, que te incite y tal vez el llegar a desear que no se acabe tan pronto aunque ya se sabe que una retirada a tiempo...
En cualquier caso, he dejado la segunda parte de la obra como el que guarda una botella en la nevera con la que ventilar la penúltima cuesta de cualquier noche de verano.

Tal vez con los libros también vale lo de que te lleguen en el momento justo y el lugar...pero supongo que la sensación que manda es la misma a cuando ves una película que te hace querer continuar la trama, o desdoblarla y hacerla tuya en la medida de lo posible.
Ahora también hay una canción que se llama Doble o nada, y el tiempo dirá si envejece bien y se puede llegar a degustar como esos albariños que han acompañado la lectura de esta primera obra de Maribel que seguro nos hará esperar con expectación nuevas entregas.

Si Tina fuera la música y Juana la letra, yo tampoco tendría claro con cual de las dos quedarme pero probablemente apostaría al doble por mucho que algunos tengan la sensación de que priorizo en la segunda...aunque eso tan sólo es una pista para entender mejor la posición del autor, al menos, en lo que se refiere a la canción.

Ahh, y ni que decir tiene, que estaba completamente sobrio en el transcurso de la lectura.

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