martes, 17 de marzo de 2009

algo más tarde...



sin miedo a disparar...
sin miedo a disparar te pediré perdón si vuelves a llamar algo más tarde y tu, tu me dirás que no si todo sigue igual


Hace bastante tiempo que intenté algo parecido, pero no, nada que ver.
Era un viejo Oldsmobile que se pasó unos cuantos años por el polígono esperando que alguien se atreviera a rescatarle entre una montaña de neumáticos que casi le enterraba en vida.
No es fácil encontrar estos ´dinosaurios´ por aquí, así que cuando mi brother me puso en la pista de este Buick, un Electra supongo que de finales de los 60 o principios del 70, no me lo pensé demasiado y con unas condiciones algo más favorables nos fuímos a su encuentro.

La verdad es que llevaba mucho tiempo sin disfrutar tanto disparando.
A veces sólo necesitamos un pequeño estímulo, una excusa para sacar algo sin más esfuerzo que el propio placer por hacerlo.

Aún así, y aunque poco tiene que ver, hace tiempo también pensé que tal vez debería ser más cuidadoso con lo que escribo.
He tenido la sensación de que algunas canciones son premonitorias. Y con esa sensación no es fácil moverse, pues supone algo parecido a dudar cuando estás enfocando y si dudas y no disparas nunca sabes lo que puedes perderte, algo más tarde.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Vendetta

Quién dice adiós, quién elije su bandera de un color cuando faltan respuestas...?
En cualquier caso mucho más rojo que blanco, eso siempre.

Hace tiempo decidí que no merece la pena depositar tus ilusiones en manos de terceros.
Ni para una noche, aunque a veces reconozco que resulte cómodo y gratificante.
Efímero casi siempre, en cualquier caso.

Saber esperar¿?
Pues si, tal vez.
Detrás (no de la defensa), a un lado...pero nunca en medio porque corres el riesgo de quedarte con facilidad en fuera de juego.
Las cuentas pendientes no lo serían si consiguieramos saldar de inmediato cada una de las que se nos presentan, si no las dejaramos envejecer un tiempo al igual que esos vinos en las barricas para disfrutar después de todo su aroma y paladar.

Algunos se pasan toda la vida para saldar esas cuentas y ni siquiera lo consiguen.
Otros no tienen que esperar tanto para sacudirse ese peso, para dejar a un lado lo que como un lastre pervive más en la memoria propia que en la colectiva y se entierra de un plumazo casi siempre con hechos antes que con palabras.

Los posteriores brindis con reservas, crianzas o incluso un vino joven es ya lo de menos.
Nos vale hasta una Carlsberg.
De cualquier forma me he vuelto a alegrar por ti chaval.

Hay pocas sensaciones tan gratificantes, como la de tener completa seguridad de que acertaste en mitad de un dilema.