martes, 27 de julio de 2010

Piedras



Tres días para terminar de liar una canción, tres días y no sé cuantas noches.
Visto así tal vez no parece demasiado, pero quién sabe lo que pesan, lo que arrastran...
Y la 110 casi siempre de fondo, más hacia el Oeste que al otro lado en estos últimos envites, inclinando la balanza que la ciudad como inevitable meridiano local se encarga de cablear buscando una ecualización adecuada con los sonidos que a su vez desnuda la carretera.

Una carretera que para hacer más dinámica, encontramos en ocasiones por la salida de Valdeprados como alternativa de un paisaje de sobra conocido, pero que enriquece por el lado que dobla la Calle de los Rompidos y nos sumerge en un improvisado embudo donde la vegetación generosa, intenta reducir aún más el estrecho pavimento con ejércitos perfectamente alineados de amapolas entre las cunetas, con mezcla de ocres y reverdecidos pastos por las lluvias que no acaban y se hacen fuertes, con esas balas de hierba que empezamos a vislumbrar como satélites desperdigados en la lontananza…

Para acompañar el trayecto, una banda sonora que por momentos se me antoja imprescindible.
El tipo que ha heredado el apellido con más peso y que mejor suena sin duda. Nadie duda de que a Jakob Dylan le saldrían las mismas canciones si arrastrara ese Zimmerman tras su nombre, pero no quedaría tan bien desde luego y…¿acaso yo habría renunciado a ello?

Unas cuantas dudas de última hora con el sonido, más por la sensación de preferir pasarse a no llegar, que por otra parte se limpian cuando uno decide no pedir más favores de los necesarios.
Toca descansar en la medida de lo posible y tratar de no pensar en casi nada más que en todos esos trastos agrupados en el hall para no olvidarse al día siguiente.
Después, una vez allí, entre peceras a veces te sientes igual que un escualo y otras te falta el oxígeno.
Los tiempos pueden estar claros pero las previsiones se estiran como un chicle que te pegan en el zapato los duendecillos del sonido, la informática y demás extras que pueden llegar a descolocarte.

La hora del break con la comida de fondo, es el mejor momento para los que han terminado su tarea, ya relajados y distendidos por más que aún quede un mundo por construir.
Pero si la base es buena todo es más fácil.
Suma y sigue, no mires atrás.
Es el momento perfecto para constatar lo que mejor sabes hacer y lo que no es lo tuyo del todo. Nada nuevo por otra parte.
Y se agotan los plazos y aún falta la voz, y para tratar de paliar el cansancio acumulado sólo vale una cosa aunque algunos dicen que lo suplen interpretando...
Pero si lo que tienes es de verdad, como diría el comentarista deportivo al más puro estilo de Víctor Hugo Morales, te queda pegarla con alma y vida.
Vamos a una toma, no hay margen de error si revisamos en la pista de los coros.

Con la cabeza un poco más fría, esperaremos encontrar después algo de lo que habíamos imaginado.
Queda algún recorrido más por la 110 pero no importa.
Uno de esos soles de cobre de los que habla la canción nos acompaña dando un nuevo matiz al paisaje para hacerlo casi único e irrepetible.
Total, ¿qué son tres días para terminar de liar una canción…?
Bueno, tres días y no sé cuantas noches.

Supongo que va siendo hora de que esas Piedras comiencen a rodar, aunque por lo visto será más fácil que lo hagan lejos de casa.

viernes, 2 de julio de 2010

Día de la Música



He podido celebrar el Día de la Música supongo que de la mejor forma.
No quiero decir la única, pues también podría haberlo hecho entre las cuatro paredes de mi habitación, en un parque solitario, en el local de ensayo o bajo la ducha, aunque esa opción la verdad es que no suele darse. (Me refiero a cantar ahí).
Pero por lo que de compartir con la gente tiene cualquier tipo de celebración, supongo que hacerlo sobre un escenario siempre supone algo extra.

En realidad tal vez me lo había ganado por ese tipo de situaciones que sin buscarlas, se dan cuando haces algo simplemente por eso que llaman el "Love to Art" o amor al arte...(acciones demasiado habituales por otra parte).
Una noche de invierno cualquiera, de esas que no apetece salir de casa te plantas en una sesión de micro abierto de un bar que no frecuentas habitualmente por la ciudad, y te haces un par de canciones que llaman la atención de un par de tipos, que a los seis meses como por arte de magia se acuerdan de que existes y te llaman para invitarte a que te largues a su territorio para compartir con ellos esa Fiesta de la Música.
Conclusion: hay que tocar, aunque la mayoria de las veces te lo pongan la mar de difícil.

Allí nos hemos cruzado con otros que casi lo han conseguido, o sin casi, o que al menos hacen una celebración más que habitual con esas agendas que son la envidia sana de cualquier músico con el estuche a punto de coleccionar telarañas.
Unos días más tarde, a la par que nuestra ciudad se rendía embobada a los pies de Sabina, pudimos comprobar su buen hacer abriendo para Chris Isaak en Madrid, en lo que supuso otra autentica vía de escape con parada y fonda musical.

Esperemos que estas se sucedan y nos sigan pillando por medio.

lunes, 22 de febrero de 2010

guitarras sin cuerdas


Conocí a un tipo que me aseguró cambiarlas después de cada concierto.
Y eso con su agenda de actuaciones, en el peor de los casos era hablar de una vez al mes, más o menos.
Desde luego nunca me he manejado en esas frecuencias, ni de cerca.
Hay guitarras que te invitan más que otras en cualquier caso, pero nunca ha sido una de mis tareas favoritas y con esa pelirroja va a ser como para pensárselo más de tres veces, aunque decida dejarla con la mitad de las que puede disponer.

Cada cambio de cuerdas cierra una etapa de todas formas, pero claro, siempre que no sean demasiado cortas...
Sobre todo de canciones, incluso de las que has parido aunque no hayan llegado a los oídos de la gente, de los conciertos que han arrastrado, de sus viajes, de las personas con las que te has cruzado y de una forma u otra se han deslizado por ellas contigo, soportando o disfrutando su tensión hasta llegar al límite en ocasiones...a romperse en tus manos.
En definitiva pequeños tramos de tu propia vida por las que te has dejado los dedos con independencia de sus grosores y entorchados.

Tal vez sea la razón por las que al quitarlas, acabo haciendo una espiral con ellas hasta llegar a sus puntas despeinadas para terminar colgándolas en cualquier lugar visible que me recuerde un determinado momento, una de esas parcelitas que habitaba con más o menos recorrido y en el que casi todo el sentido o la ilusión pasaba por ellas.

De cualquier forma, lo fundamental sobre todo es no tener esos mástiles demasiado tiempo como una autopista en la que resultaría imposible circular sin delimitar los carriles.

lunes, 8 de febrero de 2010

la paciencia de las canciones


Esa foto en el local, de una mañana gris de un domingo cualquiera, es sólo un pequeño homenaje a esa paciencia casi infinita que tienen algunas canciones conmigo.
Era verano, más bien al principio, así que después de más de medio año en la nevera sin una concesión a servirla bien fría y presentarla en público, tal vez por miedo no a quemarla, pero si a que se calentara antes de tiempo por no dedicarla ese momento cuando de verdad tuviéramos tiempo o cabeza para ello, hoy la hemos sacado a pasear en la intimidad más absoluta pero con toda la naturalidad, la ilusión y las ganas acumuladas esperando que no nos volviera la cara.

No hace demasiado comentaba a una amiga querente de la música en general, tener cierta sensación de haber hecho demasiadas canciones para viajar a ninguna parte. Ahora me atrevería a decir que ´doble o nada´ se librará con seguridad de pertenecer a ese club de malditas, y es muy probable que ruede con nosotros durante mucho tiempo, y que si las cosas se dan como deben no tendrá problemas para formar parte de la lista de convocadas en un próximo trabajo, quien sabe si incluso con posibilidad de titularlo, aunque eso es mucho decir a estas alturas.

Probablemente de esa misma paciencia que tuvo ella hasta que pudo salir del cajón, (algunos replicarán si podía hacer algo para evitarlo), deberíamos intentar hacer gala todos en determinadas situaciones cotidianas, yo mismo por ejemplo hasta que pueda tener la oportunidad de grabarla como dios manda sin pensar en trenes o aviones que pasan.

Mientras tanto, nos conformaremos con intentar disfrutar de lo que nos ofrece, que tal vez no es mucho más de lo que nos dieron o aportarán otras que lleguen, pero al menos ya no tengo dudas con ella, ya sé lo que puede dar y lo que está claro aunque muchos no se dan cuenta, es que eso no habría sido posible de no tener un par de personas al lado pidiendo carne fresca, lobos hambrientos de oxigenar repertorios, tipos necesarios en momentos donde por lo general el compromiso brilla por su ausencia y los kilómetros acumulados no tienen que justificarse al volver a casa con determinadas sensaciones de llenazo. Lo demás se resume en un vistazo a un patio sin demasiadas luces, de vuelta ya de balances con situaciones, cifras y letras dictadas por gente que te deja lejos de lo que verdaderamente merece la pena.


´No es cuestión de fe,
no es ni siquiera consecuencia del placer
ni la tarifa que te exige un corazón con síntomas de desengaño´


Tampoco es el final de nada, sólo el principio de la canción.

sábado, 30 de enero de 2010

Carta blanca a la memoria


Si la distancia a ese lugar se hace más larga cada tarde
si entre mi espada y tu pared es imposible que algo cambie
y no hay respuestas para explicar esos vacíos que sorprenden
que van y vienen,
como la niebla en ese oscuro y extraño invierno a la hora de cerrar

si las historias que te conté esperan siempre en la distancia
si la memoria me hace correr de un lado a otro a cada instante
y no me importa seguir de pie por esa carta que esperaba
que no llegaba,
y entre caricias y lamentos me dejaba esperando una señal

de sombras y de luz
de calma y de ansiedad
del aire que respiras
si vuelves otra vez
si quieres despertar
si todas las palabras sobran

miércoles, 27 de enero de 2010

x Haití

No hace falta decir mucho más a estas alturas, después de todo casi cualquier manifestación puede resultar excesiva, redundante...no es lo buscado. Aunque en ocasiones te vienen a buscar a ti y piensas que es mejor así, pero a veces tampoco nos vale para dejarnos en una posición más cómoda.

Empezamos la actuación con la frase que lo resume, "ojalá pudiéramos estar en el local como cualquier viernes y no aquí...", pero cuando no queda posibilidad de dar marcha atrás, ni tienes motivos suficientes para borrarte de algo con lo que siempre es más fácil tender la mano que mirar hacia otro lado, lo mejor es hacerlo a pecho descubierto por más que la temperatura y las condiciones inviten a otra cosa.

La sensación que tenía por momentos era que estábamos obligados a disfrutarlo sin mirar a ningún lado, ni siquiera hacia atrás por el fondo que nos acompañaba, por el lugar en el que estábamos, tan sólo por la gente que daría cualquier cosa por estar en nuestra situación, y claro está, por los que esa noche se acercaron a compartirlo y darnos un poquito de calor con su presencia para contribuir con la causa.

Al terminar, sin que pasaran demasiadas cervezas con las que dar vueltas a esos típicos detalles de ejecución para sacar punta y coger el sueño tarde, tuve una extraña sensación que me llevaba lejos, a una frase que hace mucho tiempo se hizo fuerte tras pasar por una de mis primeras bandas..."hay que salir ahí como si fuera la última noche que vas a poder tocar, a no guardarte nada...".

Sin llegar tan lejos y aunque me gustaría equivocarme, algo me decía que íbamos a tardar en volver a sonar por aquí, pero nunca se sabe.

miércoles, 6 de enero de 2010

Campaña de recogida de juguetes


Decía la frase que abanderaba esta campaña, "no dejes que vuele la ilusión de un niño, hazla realidad" y desde luego, dejando a un lado que cada uno retiene lo suyo de esa etapa en diferentes medidas, ha sido un placer colaborar para que los peques no se quedaran sin esbozar una sonrisa estas Navidades.

Los que somos de subirnos en aviones de papel aunque sea a costa de disfrutar vuelos limitados en el tiempo y el espacio, de flirtear con las nubes aún a riesgo de no tener los dos pies bien plantados en el suelo en determinadas ocasiones, (punto de conexión más que probable de esos primeros esbozos en los que casi nada estaba sentado y todo era una mezcla de ilusión con azúcar, hielo o sacarina que por momentos se quedaba entre los posos de un café), tal vez lo tenemos un poco más fácil a la hora de reconducir esfuerzos y coger la pista para alcanzar el final deseado sin temer un posible aterrizaje de emergencia.



Gracias una vez más a todos los que participasteis de una forma u otra y por supuesto, a los que nos acompañaron finalmente en esa cita de la Casa Joven.