viernes, 30 de diciembre de 2011

Vuelta a empezar


Esta semana que dejamos atrás hemos vuelto a grabar canciones.
Tal vez cualquier momento es bueno para llegar ahí, pero hacerlo a tres días escasos para terminar un año con lo justo que recordar en lo referente a lo musical, me resulta bastante más dulce que cualquiera de los que se consumen en exceso durante estas fechas.
Esas canciones por suerte no tienen la de caducidad aparente, ni tampoco son las que más polvo han acumulado en estos dos o tres últimos años, pero sí las que han acabado ganando un lugar preferente en la parrilla de salida.
Algunas por casualidad o de manera un tanto inesperada, otras simplemente por empuje o por hacer valer su personalidad... y en cualquier caso supongo que todas de forma merecida.
Tal vez la suerte de alguna de sus otras compañeras que de momento no entran en el lote dependa un tanto de las sensaciones que estas nos vayan ofreciendo, pero desde luego, no tengo ni idea de en qué punto va a quedar ese viaje, aunque imagino que será largo, pues es posible que tenga varias paradas obligadas y unos cuantos puertos tratando de evitar otros tantos peajes.

Por otro lado, tampoco sé aún si esas canciones llegarán a formar parte de un nuevo disco, o tal vez de medio... o incluso de algo más sencillo. Hasta podrían acabar quedando colgadas del punto más amable posible de la red (si es que existe) sin pasar un nuevo filtro de edición, aunque no es lo ideal desde luego, y me engañaría a mi mismo si dijera que no pretendo también conseguir por fuera un acabado al menos digno y a la altura de lo que a noche de hoy imagino puede sonar.
Pero por supuesto, el dinero sigue siendo capitán general en estas aventuras. Puede ser la llave o el yugo, aunque por suerte las canciones tienen más poder incluso y en ocasiones intentan sublevarse y ganar terreno para hacerse fuertes cuando parece que todo está perdido.
Puedes hacer un disco con dinero, y unos cuantos desde luego, pero nunca podrás hacer un disco que merezca la pena si no tienes canciones.

Y me parece que en alguna ocasión ya lo comenté, pero como nunca hice canciones para hacer discos, es posible que me falten algunas respuestas. Recuerdo una vez que un músico me dijo que su grupo sólo se juntaba para ese menester creativo cuando la compañía llamaba diciendo que era momento de sacar algo nuevo al mercado, y entonces se encerraban durante apenas un par de meses y de ahí sacaban todo el material.
Aunque creo que no es lo habitual, la verdad es que me pareció bastante triste, pero después, pensándolo detenidamente me di cuenta que también lo es acumular canciones a las que no puedes dar salida, ya que entre otras cosas, en ocasiones tiene cierto sentido agruparlas dentro de un periodo concreto de la misma forma que tu vida se puede resumir en determinadas etapas.
Por otra parte, ahora tampoco tengo intención de volver a hacer algunas cosas de la misma manera que con mi primer largo, entre otras porque es posible que me equivocara de nuevo y además no es sostenible.

Hacer canciones casi como modo de vida tal vez no es lo más aconsejable en algunos casos, o en estos tiempos que corren...
Pero por si alguien más se pregunta para qué demonios quiero empezar de nuevo con esto, o piensa que con todas estas líneas tal vez estoy intentando convencerme de que la botella simplemente sigue medio llena, sólo espero dejar ahí esas canciones de la mejor manera posible, es todo. Si es así, probablemente dormiré más tranquilo, de la misma forma que cualquier persona que puede desarrollar su oficio o intenta resolver el trabajo como Dios manda, sin que suponga un mero trámite o una rutina.
En definitivas cuentas, las canciones tienen su propia voz, y si nos han traído hasta aquí, también es más que probable que sigan marcando el resto del camino.

Que lo veamos aunque tardemos, disfrutemos el trayecto si no es mucho pedir, o al menos, que finalmente puedan escucharse.

martes, 21 de junio de 2011

Diez años




No son nada...
Bueno, depende como lo mires.
Vengo a parar aquí, con la referencia fresca de ese párrafo en el que con el rastro anterior sobrevolé de un plumazo el terreno de escenarios locales.
Y a caer aunque sea de pie ante la referencia temporal e inevitable, por mucho que tratara de dar esquinazo a los números desde que las matemáticas empezaron a tensar la cuerda todavía en la época escolar, de que ya son diez primaveras contando canciones desde ese 18 del Mayo pasado.
Y digo contando, porque desde que oficialicé esta preciosa pero sufrida en ocasiones forma de comunicar, que por otra parte va mucho más lejos del simple cantar, siempre anduve con listas ocupándome el bolsillo del pantalón por esos temas que entraban y salían, y se acumulaban entre los diferentes repertorios.

Y antes de todo eso... ¿no hubo nada?
Lo cierto es que nunca me consideré un tipo demasiado precoz en estas artes, pero desde luego que lo hubo y tuvo su importancia, supongo.
Por más que en su momento sólo pareciera otro juego de amigos intentando buscar un nuevo enfoque a su inminente mayoría de edad, comprando una guitarra a ojo que vi en una revista para dejar atrás a esa "española" con la que me había iniciado, y ver que pasaba o hasta donde la hacíamos sonar.
Sin la necesidad de oficializarlo desde luego, ni hacerlo público, ni otorgarle una trascendencia mayor que el puro divertimento, al menos al principio.
Tal vez hasta que la soledad de cuatro largos años a modo de licenciatura aunque sin profesorado, escribiendo y probando, puliendo y descartando canciones en una casa vacía, marcó definitivamente el rumbo.

Para en definitiva volver a compartir, pues la música no acaba encontrando su sentido más amplio entre cuatro paredes solitarias. Y a coger confianza, muy despacio, y asociarme de nuevo con gente, y llegar así a esa primera cita de referencia tan diferente a la vez de la última.
Pero bueno, evitando que no olvidando los detalles, y teniendo en cuenta que a poco toco mejor que hace diez años, que supongo he afinado algo mi voz desde entonces y sobre todo he conseguido mejores canciones, la búsqueda de la canción perfecta es pura utopía por más que insistamos, prefiero desde luego no considerarlo como algo sintomático.
Pero es que media docena de personas...

Otra vez las referencias temporales o numéricas en definitiva.
A veces sólo parece que valen para los que miran atrás y ponen sobre la mesa siete discos largos y la pérdida de cuentas entre giras y actuaciones.
Supongo que por más que reniegue de las cifras, casi todo se resume en eso. Y es probable que pudiera cuadrar algunas sin problema, pero tengo la sensación de que me estaría midiendo con una vara equívoca, o que la curva que dictara esa gráfica me daría pocas expectativas de futuro para creer que dentro de otros diez años voy a poder presumir de seguir vivo en esto, de seguir contándolo.
Por lo que dicen, las matemáticas están muy presentes en determinadas áreas de la música como en las afinaciones, armonías, acordes, el propio ritmo...Aún así por estúpido que parezca, me siento más tranquilo porque nunca fui un guitarrista o pianista metido a ¨cancionista¨, en todo caso al contrario. Lo de cancionista es una denominación de origen Drexler, para definir como nadie lo que se entiende por un tipo que hace canciones y las defiende sin más pretensión que la de disfrutarlas en su máxima expresión y no ser etiquetado por un género o patrón que lo encorsete, casi otro imposible también.

Pero chaval, no cambies de tercio. ¿Te cuadran las cuentas?
Pues mire usted, teniendo en cuenta y valga la redundancia, que de casi cuatro proyectos diferentes, en los que habré compartido apróximadamente cerca de un centenar de canciones, no cuento las inéditas, con más de una veintena de músicos, con los que hice tantos conciertos como puede liar Fito en un año de cualquier gira de esas que se marca, acumulando bastantes más maquetas que discos también, en realidad sólo uno al menos oficial, o editado, mejor dicho autoeditado (no, no me gasté 18.000 €, con eso grabo tres casi y con DVD incluido) pero que tampoco me ha revertido los números suficientes como para a noche de hoy tener la llave y volver a intentarlo, pues...
Lo siento, pero tanto hablar de números al final te aboca al poderoso caballero.
Ah, se me olvidaba, y cero videoclips también, con lo que molan, y las chicas que salen, sobre todo en esos de raperos voluminosos americanos, y con la cantidad de imágenes que por otra parte se acumulan o se pierden en mis canciones...

Por aquí, entre estos Rastros, es la primera vez que no va a encabezar ninguna en exclusiva sobre las líneas, pero para enjuagarlo y como recuerdo a toda esa gente que ha compartido días de música y de su vida conmigo a lo largo de estos diez años, valga este humilde ¨fotoclip¨ para dar carta blanca a la memoria.

jueves, 19 de mayo de 2011

Tocar en el Juan Bravo



Va para tres veranos, que en una escapada a La Coruña al poco de terminar la grabación de mi primer disco, compré una camisa que me prometí estrenar cuando hiciera la presentación oficial de dicho trabajo en mi ciudad.
No era tampoco nada del otro mundo, una camisa azul ultramar con cierto aire de almirante que enseguida me entró por los ojos y pensé acertada para equilibrar un tanto mi querencia por las de cuadros.
Hace ya unas cuantas semanas, me dispuse a buscar en mi fondo de armario, tampoco demasiado extenso pero si lo suficiente como para acumular más de una prenda en la misma percha, y tras desenterrar la camisa y colocarla sobre el respaldo de una silla para que se estirara un poco, me decidí a cortar por fin su etiqueta.
En un momento, el tiempo justo que supone la elección de vestuario para una cita especial, había quedado aparcado sin la necesidad de hacer más que un par de maniobras.
Aún así, dejando a un lado la vestimenta y los accesorios de cada una de las propuestas que abanderé en estos diez años, pensándolo bien, por esta ciudad he rodado más que un canto sobre los adoquines.

Empecé a tocar por garitos que eran auténticos subterfugios, como el húmedo Hard Pool doblando la vieja calle de San Francisco, o esa Tomatera (después UNO) en la que desembocaban las escaleras de la bajada del Carmen en la Plaza de la Tierra, otrora centro neurálgico de la movida nocturna segoviana.
Pasamos después por los bares que rebautizan la calle también conocida como ¨de los vinos¨, ya en la zona noble. Algunos como La vieja estación que aún funciona como tal y por supuesto el mítico Santana antes de que la ¨Ley seca musical¨ llamara a sus puertas.
Nos asomamos por salas de más empaque como La Cabaret calados entre la diversidad, en los bajos del que fuera cine Sirenas, una y mil veces volteada también con su denominación.
Aprendimos la lección con las canciones por salas de estudio y centros culturales de barrio, y nos mezclamos con más libros entre las casetas de la misma feria en la Avenida Fernández Ladreda. Nos agarramos a unas cuerdas entre los árboles que flanquean la Alameda del Parral y buscamos el fresco en terrazas de verano como la bajada de la Alhóndiga a mitad de la Calle Real, en algo parecido a un miniauditorio al aire libre, y por otras menos acogedoras como la Plaza de la Rubia o en la misma Concha, bajo los soportales de la Mayor.
Defendimos propuesta y también alguna buena causa en algunas con más encanto, como la de San Martín con la lluvia siempre de invitada o el mismo Azoguejo, bajo ese espectador mudo que es el Acueducto.....pero aunque reconozco que podría haber tocado bastante más y me quedan ¨algunas plazas pendientes¨...amigos, nada que ver con lo de la otra noche.

Bueno, no sé si después de este repaso tendría que decir algo parecido a ese famoso gesto de Míchel tras marcar tres goles a Corea del Sur en el Mundial de Italia, allá por los 90, pero con mucha más humildad por delante creo que sí, que me lo merezco.
Y eso que al pisar ese escenario en la prueba de sonido llegué a pensar que definitivamente lo había idealizado.
Me venían sin querer a la cabeza otras tablas, embocaduras y patios de butacas de Centros Culturales con pinta de auditorio e incluso Colegios Mayores de aforos parecidos y ya pisados, que de una u otra forma minimizaban cualquier sensación de vértigo.
Entre otras cosas, porque la más agradable aparte de la buenísima acústica que tiene el Teatro, es esa calidez que te hace sentirte arropado en escena por más que no lleves una banda de cinco a tus espaldas, lo que por otra parte tiene que ser un gustazo, o por delante aún con sus plateas desnudas tengas la sensación incluso de que prentede envolverte entre sus brazos.

En cuanto a lo que allí sonó, creo sinceramente que estuvo a la altura.
Sólo éramos tres tipos en el escenario con la intención de disfrutar el momento y en cierta forma de vengar canciones, aunque tal vez quede mejor decir... hacer justicia con ellas, al menos por la parte que al filo de mi guitarra y a mi nos tocaba.
La formación de trío, con independencia de plantarse en el escenario de un teatro coqueto o el garito más cutre, tiene su punto de riesgo, sobre todo si te desmarcas de una propuesta algo más ruidosa en la que siempre es más fácil que no se produzcan vacíos.
Pero ese riesgo lo hace atractivo también, aunque te acompañe una sensación parecida a caminar sobre el alambre, lo que traspasado a la pizarra futbolística es como si en una defensa de tres, uno de los que está más pegado a la banda sube al ataque constántemente sin nadie que le haga la cobertura. Al primer fallo con la pérdida del balón surge una contra y zaaas!!, te han pintado la cara.
Aunque no cabía otro planteamiento. Estuve allí con la gente en la que puedo confiar de verdad a noche de hoy, y en cuanto a las canciones, el problema para decidir un once tenía que ver con todo lo contrario, es decir, el trago de dejar fuera a unas cuantas meritorias a sonar también. Pero creo que acerté de una u otra forma.

Reconozco por otra parte que tal vez no fue como había imaginado, me refiero a la forma de llegar a parar ahí, pero ni mucho menos se me caen los anillos por haberlo hecho a través de un concurso-oposición, más bien al contrario, y por otra parte me ahorré algunos peajes que hasta ahorá guardé en la particular caja de Pandora que es el maletín de mis cables.
Dicen que el fin rara vez justifica los medios, pero probablemente esta es una de esas excepciones. Sobre todo después de no pasar por el aro y soltar los 3000 pavos que nos pidieron por abrir el Teatro que dicen ¨de todos los segovianos¨ para poder presentar un disco que sinceramente creo se merecía menos trabas.
Pero bueno, ya se sabe que la luz hay que pagarla y de un tiempo a esta parte anda por las nubes...

Cambiando de plano, hace poco me enteré que el mismísimo Agapito Marazuela, la primera vez que tuvo oportunidad de tocar en el Teatro lo hizo en mitad de un pase de cine o algo parecido, por supuesto sin llevarse nada más en los bolsillos que no fuera el fervor popular.
Esto por supuesto añadido con el mayor respeto y guardando todas las distancias con el maestro, que son muchas.
Aunque por mi parte se trataba más bien de una simple cuestión de compromiso, y les había prometido a mis canciones más de una noche que alguna vez las iba a sacar a pasear por esas tablas, y estoy seguro que a ellas no les importaba mucho más.

Creo que a estas alturas, sólo me queda volver a agradecer a la gente que nos acompañó esa noche, tanto a los que fueron por nosotros como a los que ¨nos encontraron¨ allí, por su respeto y calor. En especial también a mi hermano por ese reportaje gráfico que se curró sin apenas enterarnos, del que la foto que encabeza es sólo una pequeña muestra. También a los que no pudieron estar y se quedaron con las ganas, porque seguro que de haber otra ocasión harán todo lo que esté en su mano por sumarse, y por otra parte, sin dejar de lado a los que generaron la posibilidad de que se diera esta cita que ha aparcado definitivamente otra cuenta pendiente.

A todos, gracias.


http://www.youtube.com/watch?v=x_kuRjKiD7I

(Por si después de la parrafada prefieren algo para escuchar)

jueves, 28 de abril de 2011

Hasta siempre amigo!


Dicen, y algunos cantaban también, que cuando un amigo se va algo se muere en el alma, y sin tener claro del todo si es la mejor forma de explicarlo, lo cierto es que duele de verdad.
Otros podrán pensar o llegar a soltar incluso eso de... "bueno hombre, que sólo era un perro...".
Y yo entonces tendría que replicar y les diría, "no mira, para empezar era mi (nuestro) perro".
Y nunca antes tuve otro perro. Y es más que seguro, aunque nunca se debe decir de este agua no beberé, que jamás tenga otro perro, al menos que mis condiciones de vida en cuanto a vivienda, entorno, disposición y demás cambien mucho o lo permitan y aconsejen.

Para seguir, en estos casi quince años que compartimos aunque los últimos fueran un poco más en la distancia, lo que por otra parte también significa que he pasado más o menos casi la mitad de la vida que recuerdo con él, me ha dado lo suficiente para tenerle en una posición con la que no debería justificarme por gastar más lágrimas de las que nunca derramaré por algún primo, tío o demás familia, compañero de turno o incluso alguno de esos que con ligereza tendemos a catalogar como amigos demasiado rápido, por muy personas que sean todas, ya que en multitud de ocasiones no lo demuestran como sería de recibo entre los racionales.

Supongo que en estos casos lo más fácil, o mejor dicho, lo común, sería sumar líneas con frases repletas de bonitas palabras ensalzando sus virtudes por encima de cualquier otro recuerdo menos bueno, pero creo que para eso preferiría tirar de archivo, de lo que está escrito, por si alguien quiere saber o le interesa conocer un poco más de lo que supone compartir o estrechar vínculos con un ´animal´.
(En este mismo blog hay un par de muestras en febrero de hace dos años)

Pero a la vez pienso...cómo no dejar un último rastro de alguien como el viejo Kid, si incluso el título de este espacio está inspirado en la infinidad de paseos compartidos..... que habitaba en su carácter de perro al igual que cada uno de nosotros lo hacemos en el de persona, configurando de esa forma nuestro paraíso o nuestro infierno...como bien escribía Raúl Rodríguez en una de sus obras, (gracias por tus palabras a tiempo Raúl) y que lo ha llevado por bandera hasta los últimos minutos de su existencia.

Para no estirar esto más de lo debido, en mi manera de expresar lo resumiría con forma de estrofa, de motivos, pues se me ha gastado el mes de Abril buscando soluciones que me permitan sonreír.....y no las he encontrado, aunque el bueno de Messi pusiera su granito de arena la otra noche con algo parecido a cierta justicia poética.
Y ya sé que en la foto yo aún lo hacía, me refiero a lo de sonreír, pero pese al toque ´vintage´ es sólo de un par de meses atrás.

Hasta siempre amigo!
Disculpa por no haber podido hacer mucho más por ti, y sobre todo, por no llevarte ese último trozo de pan un poco más grande, a tu altura.

domingo, 27 de marzo de 2011

Un oasis en medio del ladrillo



Tarde de viernes, la tierra prometida puede estar a un puñado de kilómetros o a un par de manzanas...nunca se sabe.
Pero por lo general y utilizando el argot ciclista, para los que durante la semana vamos quemando etapas de transición aunque sea como ´outsiders´ de lujo, trabajando para empresas que por otra parte son las que cubren a cambio de esfuerzo y sobre todo mucho tiempo nuestras hipotecas, facturas varias y...sí, algunas de esas guitarras caras también, que los de Gibson todavía no me ofrecen por la jeta ni tienen a bien embriagarme con descuentos de postín.......pues eso, que plantarte en carretera al borde del fin de semana con la intención de pluriemplearte en lo que humildemente sientes que puedes dar lo mejor de ti, no deja de suponer algo grande.

En una visita semanas atrás a la recién estrenada vivienda de unos amigos situada en uno de esos barrios emergentes en la periferia de Madrid, le comentaba que en cierta forma no podía evitar el parecido razonable con otras del mismo carácter arquitectónico en lo que casi siempre supone una comparativa un tanto odiosa.
Probablemente para esas edificaciones no, pero tal vez si para sus creadores, de la misma forma que al músico de turno nunca le acaba de agradar que a su estilo o lo que es peor a sus propias canciones, les encasillen con el cartel fácil de "me suena a Fulánez o Mengánez"...
Y todo este rollete, es sólo para situar el lugar donde fuimos a parar con nuestra particular obra, pues el Centro Cultural Blas de Otero se situa en uno de esos enclaves que particularmente no me hace distinguir con facilidad las afueras de San Sebastián de los Reyes de las de el Ensanche de Vallecas o el mismísimo Sanchinarro.

Y en esas, o mejor dicho entre esa amalgama de ladrillo surge el oasis.
Un local situado en los bajos de un edificio de barrio que por su exterior podría pasar por una panadería o negocio similar, pero que encierra la posibilidad de un mundo que se nos hace aparte por momentos.
A pesar de convivir con los típicos problemas que vienen dados por la limitación horaria del ´ruido´ al tratarse de un vecindario, cuenta con una pequeña cafetería en su interior y una planta baja que es un refugio para el arte que puede colgarse de las paredes también.
Y para lo que nos toca, ofrece un reservado salpicado de sillas y mesas donde el espectador puede disfrutar de la cercanía de un escenario con dimensiones más que aceptables para lo que se encuentra en los típicos garitos de noche.

Pero todo eso no es suficiente, me refiero para que el público se acerque como merece a un espacio de esas características, y como necesita también probablemente para seguir respirando.
Intentar convencer a esos chavales que un par de portales atrás estaban dejando las escaleras minadas de vidrios y plásticos de que merece la pena emplear cinco pavos en ver que se cuece tras esas puertas, o al matrimonio de turno que sigue el concurso de Sobera con devoción y cara de hacerse millonario de que hay otros mundos posibles para un viernes noche, tal vez es una utopía.
Como dijo el alimentador del Centro, si entre las más de 120.000 personas que respiran entre Alcobendas y Sanse con su cumplida información buzoneada por uno u otro medio sólo conseguimos arrastrar a una escasa veintena es que algo falla.

Supongo que a veces la cantidad como el tamaño, tampoco es lo más importante, y es más que suficiente con sentirse valorado de una u otra forma por todas las partes que ahí confluyen.
En la retina, aunque no pude fotografiarlo, además de la intensa lluvia que nos acompañó durante toda la noche por la A-6 y demás vías, me quedó guardada una de las citas de Blas de Otero que salpicaban las paredes junto a la mesa de control y que ahora completo.

Hermanos, camaradas, amigos
yo quiero sólo cantar
vuestras penas y alegrías,
porque el mundo me ha enseñado
que las vuestras son las mías.

Ay, aquel que le pareciera
que es fácil mi batallar,
siquiera por un momento
que se ponga en mi lugar.
Qué no quiero yo ser famoso
a ver si tenéis cuidado
en la manera de hablar,
yo no quiero ser famoso
que quiero ser popular.


(Blas de Otero)

jueves, 10 de febrero de 2011

El proceso, o parte.



Dediqué los últimos días del año a recoger en mi multipistas las canciones que había ido desperdigando durante el pasado curso.
Al menos las que consideraba que merecían la oportunidad de salvar su trasero del olvido más inmediato.
Y ahora agradezco esa labor, que por otra parte me ha dado sustento para llegar hasta hoy sin extrañar demasiado el ambiente del local, últimamente bastante cargado de humo ajeno tras la reforma. Como si se hubiera convertido en un subterfugio contra la ley que se avecinaba, lo que probablemente también hizo mella en mi maltrecha garganta para ayudarla a quedar en fuera de juego durante un periodo de tiempo más largo de lo habitual.

Después de varios diagnósticos que se mueven entre la faringoamigdalitis aguda, cuerdas vocales inflamadas y esos virus de estación a los que siempre los doctores van a parar como respuesta fácil sobre la dolencia de turno, me he dado cuenta que llevo acumuladas unas cinco semanas de parón vocal forzoso. Lo cual nunca es demasiado determinante a no ser que tengas la obligación de cancelar unos cuantos bolos que por otra parte, ya se habían caído por su cuenta sin una explicación más lógica que el puro efecto dominó, capaz de llevarse por delante en su recorrido hasta las fechas que parecían más seguras.
Con todo eso por medio, me he sentado a intentar poner orden entre esas pistas, en las que probablemente he volcado más horas y esfuerzos de los que debía para simplemente llegar a disponer un filtro de garantías que me ayudara a colar esas canciones.

Teniendo en cuenta que mi producción se ha moderado con el paso del tiempo y que sólo me he puesto a trabajar con los temas que estaban completamente cerrados, es decir, dejando a un lado melodías inacabadas o apuntes de letras aún sin encajar del todo, me he centrado en cinco canciones que por lo general pueden suponer casi la mitad del equipaje en el recorrido habitual de un disco.
Tanto en ese proceso previo de grabación como ahora abocado en las mezclas, tengo la sensación de que debo dejar ese material lo más fino posible a la vez que me pregunto para qué, es decir, si es para no olvidarlas con una simple toma de acústica y voz es más que suficiente, y si es por enseñárselas a mis compañeros de fatigas para comenzar a darles recorrido en el local pues más de lo mismo. Pero supongo que el hecho de intentar llegar un poco más lejos con ellas, tiene que ver con la desapacible sensación de que no tengo ni la menor idea de cuando podré grabar en condiciones esas y otras canciones que ya estaban esperando (es una cuestión simple de no recuperar inversiones con la autogestión), aunque por respeto a mis oídos con esas próximas escuchas no me apetece dejarlo de cualquier manera.

Así pues, la soledad es el eje sobre el que construyo mi particular edificación pero a eso ya me he acostumbrado, aunque en ocasiones comience casi la casa por el tejado olvidándome de claquetas o bases lógicas para ensamblar posteriormente y con más sentido cualquiera de las piezas.
En el camino disfruto de la vista pero también sufro, y se supone que "lo peor" ha pasado ya, es decir, la canción está alumbrada pero para complementar lo que supone un proceso artesanal en toda regla, es el momento de pegarse con instrumentos que ni mucho menos controlo ni he estudiado como para adentrarme en intentar llegar a un lugar que mis ideas me apuntan pero mi capacidad limita.
Esa soledad de la que hablaba bien entendida claro, al no asociarme con nadie en algo cercano a lo que llaman preproducción. Unas cuerdas de colchón por aquí, una pandereta emulando escobillas por allá, guitarras de doce cuerdas disfrazadas de mandolina, bajos asumiendo alguna base rítmica, teclas para armonizar....... filosofía Juan Palomo en definitiva, pero mejor no pasarse con la sal ni las especias.

Y en esas me sorprendo hablando sólo, bueno, de un tiempo a esta parte más bien con mi asistente de grabación, un viejo muñeco Mazinger con el que solía jugar de pequeño que me está echando un cable a los mandos.....y me río, maldigo y soy capaz de emocionarme también después de sentarme un rato en "el sillón de escuchar" para revisar lo que ha quedado. Eso casi siempre es señal de un gran momento aunque después haya que limpiar cosas.

Supongo que de una forma u otra estoy jugando también, o así prefiero tomarlo por más que mi cuello esté sobrecargado, los dedos digan basta y me piten los oídos, pero volviendo a parar al principio de esta exposición, tengo la sensación de que me estoy divirtiendo mucho más que en cualquier bolo que recuerde de los últimos tiempos, que por otra parte no fueron muchos, o incluso casi que en buena parte de los ensayos con o sin la banda.
Y eso me hace pensar y recordar sobre una pregunta que me hicieron en una de las entrevistas que se dieron tras sacar el disco, en la que me cuestionaban con cual de los procesos disfrutaba más, si el creativo o el de muestra sobre el escenario. Pues ya lo tenía bastante claro, pero desde luego todo esto sólo hace que confirmar aún más lo que pensaba, aunque desde luego estoy convencido también que voy a hacer lo posible para achicar esos espacios.
Pero a veces no puedo evitar dar alguna vuelta más y me pregunto la razón que me lleva a ese lado, cuando por lo general más del 80% de los que se dedican a esto afirman que sobre el escenario es donde alcanzan su particular clímax. Ante todo la música es compartir y de eso tampoco me he olvidado.

Podría seguir derivando esto en escritos varios y charlas con gente en las que este y otros temas salen a relucir con frecuencia, como por ejemplo que muchos de los que piensan que todo vale en medio de esa jungla que es internet, deben creer también que las canciones como parte de este proceso y otros que no cito para llegar a ese resultado final que las enmarca, caen del cielo o surgen en el campo como las setas. Aunque tal vez eso es otra historia que me haría seguir engordando líneas y mi posición es evidente que no tiene nada que ver con la de tipos como Alejandro Sanz, por ejemplo.
Pero de momento y a falta de otros privilegios que lo complementen, me quedo con esta posibilidad que sigo alimentando y por la que doy Gracias una y otra vez. Independientemente de que las canciones resulten más o menos redondas o consigan pasar mi particular túnel de viento (de las cinco ya se ha quedado fuera una), pues a noche de hoy es lo que sigue haciendo que me sienta tan vivo en esto como el primer día.




Bueno, se nota que llevo tiempo sin escribir por aquí, ya me iba, pero con esto igual tengo para otros seis meses...
De fondo pasaban por la tele los resúmenes de la jornada y no pude evitar pararme un momento, no con el crack Messi precisamente. El Liverpool ha ganado en casa del Chelsea, no podía ser de otra forma, y además de convencerme por enésima vez de que el romanticismo en el fútbol hace mucho tiempo que pasó a mejor vida, pienso que tal vez podría intentar hablar con el "niño" Torres para que hiciera ver a su nuevo jefe, ese magnate ruso que parece tener el dinero por castigo, que hay otros destinos donde podría emplear parte de su fortuna...pero claro, ninguno de los dos saben que guardo una canción sobre tirar Desmarques imposibles.


"...intenté buscar espacios por donde no les había con desmarques imposibles,
y aprendí a jugar de espaldas a la portería aunque me gusta ir de frente,
qué más da si quiero volver a apostar al mismo juego,
qué más da si suelo correr con los pies lejos del suelo..."

martes, 27 de julio de 2010

Piedras



Tres días para terminar de liar una canción, tres días y no sé cuantas noches.
Visto así tal vez no parece demasiado, pero quién sabe lo que pesan, lo que arrastran...
Y la 110 casi siempre de fondo, más hacia el Oeste que al otro lado en estos últimos envites, inclinando la balanza que la ciudad como inevitable meridiano local se encarga de cablear buscando una ecualización adecuada con los sonidos que a su vez desnuda la carretera.

Una carretera que para hacer más dinámica, encontramos en ocasiones por la salida de Valdeprados como alternativa de un paisaje de sobra conocido, pero que enriquece por el lado que dobla la Calle de los Rompidos y nos sumerge en un improvisado embudo donde la vegetación generosa, intenta reducir aún más el estrecho pavimento con ejércitos perfectamente alineados de amapolas entre las cunetas, con mezcla de ocres y reverdecidos pastos por las lluvias que no acaban y se hacen fuertes, con esas balas de hierba que empezamos a vislumbrar como satélites desperdigados en la lontananza…

Para acompañar el trayecto, una banda sonora que por momentos se me antoja imprescindible.
El tipo que ha heredado el apellido con más peso y que mejor suena sin duda. Nadie duda de que a Jakob Dylan le saldrían las mismas canciones si arrastrara ese Zimmerman tras su nombre, pero no quedaría tan bien desde luego y…¿acaso yo habría renunciado a ello?

Unas cuantas dudas de última hora con el sonido, más por la sensación de preferir pasarse a no llegar, que por otra parte se limpian cuando uno decide no pedir más favores de los necesarios.
Toca descansar en la medida de lo posible y tratar de no pensar en casi nada más que en todos esos trastos agrupados en el hall para no olvidarse al día siguiente.
Después, una vez allí, entre peceras a veces te sientes igual que un escualo y otras te falta el oxígeno.
Los tiempos pueden estar claros pero las previsiones se estiran como un chicle que te pegan en el zapato los duendecillos del sonido, la informática y demás extras que pueden llegar a descolocarte.

La hora del break con la comida de fondo, es el mejor momento para los que han terminado su tarea, ya relajados y distendidos por más que aún quede un mundo por construir.
Pero si la base es buena todo es más fácil.
Suma y sigue, no mires atrás.
Es el momento perfecto para constatar lo que mejor sabes hacer y lo que no es lo tuyo del todo. Nada nuevo por otra parte.
Y se agotan los plazos y aún falta la voz, y para tratar de paliar el cansancio acumulado sólo vale una cosa aunque algunos dicen que lo suplen interpretando...
Pero si lo que tienes es de verdad, como diría el comentarista deportivo al más puro estilo de Víctor Hugo Morales, te queda pegarla con alma y vida.
Vamos a una toma, no hay margen de error si revisamos en la pista de los coros.

Con la cabeza un poco más fría, esperaremos encontrar después algo de lo que habíamos imaginado.
Queda algún recorrido más por la 110 pero no importa.
Uno de esos soles de cobre de los que habla la canción nos acompaña dando un nuevo matiz al paisaje para hacerlo casi único e irrepetible.
Total, ¿qué son tres días para terminar de liar una canción…?
Bueno, tres días y no sé cuantas noches.

Supongo que va siendo hora de que esas Piedras comiencen a rodar, aunque por lo visto será más fácil que lo hagan lejos de casa.