domingo, 12 de abril de 2009

El fin de las vistas



Cuando a finales del verano pasado vimos esa grua hacerse fuerte en la descuidada parcela, empezamos a temernos lo peor.
Parece que fue antes de ayer cuando me esforzaba por diseñar una colocación adecuada en el salón para exprimir en la medida de lo posible el perfil que nos brindaba la sierra.
Supongo que valió la pena mientras duró.
Ahora para ver la zona de Peñalara que es lo único que ha dejado libre esa mole de ladrillo, tendremos que asomarnos por la ventana.

La formación profesional es importante, pero ya podrían haber destinado otro lugar para tal fin y haber levantado ahí unas canchas de tenis de tierra batida o diferentes superficies, por ejemplo, que las de la ciudad deportiva...

En fin, merendar pan con chocolate en la cocina con esa nueva y majestuosa obra de frente, viendo como el sol maquilla su fachada en vez de esos campos que desembocan en los barrancos del Eresma, tampoco va a ser lo mismo.

Imaginé que esos copos de nieve eran por un momento como los restos que deja sobre el papel una goma de borrar pero abrí los ojos y seguía como si tal cosa.
Dicen que todavía falta una última gran nevada pero el manto blanco que cubre a la sierra ha quedado definitivamente para los privilegiados que viven en las alturas.

Aunque estos se quejan de las goteras...
vamos, que nunca se está del todo conforme con lo que se tiene.

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