lunes, 23 de febrero de 2009

Kid

Apenas tenía un par de meses cuando nos hicimos con él.
No levantaba ni dos palmos del suelo y solo se le veían ojos. Unos ojos de un azul cielo tan intenso que parecían de mentira, como esas lentillas de colores que se llevan ahora y algunas chicas utilizan en los castings.
Han pasado doce años y sus ojos se han aclarado con el tiempo pero está hecho un chaval.
Y eso que en vida de perro doce años son palabras mayores.
Pero podría seguir tirando del trineo como guía de la misma forma que es capaz de llevarte en volandas en esos días que no estás para mucho y las piernas apenas soportan el peso de tu cuerpo.

Yo bauticé a Kid, sí, era un cachorro.
Y por esa época ya hacía canciones, no tan...como decir, con tanto empaque como las de ahora pero si de este palo.
Pero a mis amigos no les importaban demasiado y tan sólo prestaban atención a Platero y compañía...lo normal por otra parte, o tal vez no.
(no te líes Deivid, no te busques más ´amigos´...)
Y estuve a punto de dejarlo pero no pude, y mis canciones de cachorro no tuvieron la confianza, o el descaro, o el valor necesario para asomarse entonces por temor tal vez a los zarpazos.
Y nadie me tiró un cable aunque supongo que yo tampoco lo busqué por el lugar adecuado o tiré con la fuerza necesaria pero tampoco me arrepiento, porque de cada camino que cogí para después dejar a un lado aprendí algo. Aunque eso no quiere decir que volviera a hacer lo mismo en caso de verme ahí de nuevo.

Doce años son muchos también en vida de persona, supongo que algo se aprende.
Así que tal vez podrán decir que hemos llegado tarde, pero jamás que no estábamos aquí.
A pesar de que él no corriera en Pirena ni yo acumule aún cinco discos a las espaldas.

Tu sabes a lo que me refiero, ¿verdad Kid...?

domingo, 22 de febrero de 2009

La tercera sombra, las pequeñas cosas...


Definitivamente es una semana de reencuentros.
Y no por llevar tanto sin ver al viejo Kid, ni mucho menos, pero es cierto que hacía mucho tiempo que no echábamos un rato como el de esta tarde de sábado.
He agradecido ese frío que según caminas por el campo mirando de frente a la sierra parece que va a cortarte la cara, y disfrutado buscándole otra vez formas a las nubes como esa que se asemeja a un gigantesco rapaz sobrevolando la montaña y aportando a la vez una tercera sombra a la instantánea.

Y de regreso, hemos saltado evitando los charcos y el barro en la medida de lo posible para acabar empapándome con esa puesta de sol que ligada a esas pequeñas cosas, me han permitido esbozar una sonrisa y tener claro que probablemente estaba disfrutando el mejor momento del finde.

Tal vez para él no ha sido lo mismo, puede que tan sólo un paseo más en su rutinaria vida de perro, aunque por momentos, creo que ha tenido la sensación de que me estaba salvando el día.

jueves, 19 de febrero de 2009

Reencuentros


Al final va a convertirse en una cifra de referencia.
Algo cíclico tal vez...
Casi cuatro años hacía que no me subía a ese escenario y no será por no haberlo intentado.
De todas formas ha sido anecdótico, en realidad casi como la vez anterior, con la diferencia de que ahora ha llegado de la mano de un viejo camarada que desde entonces, ha recorrido más camino que yo o al menos, más deprisa.

Gracias Manuel, se agradece el detalle.
Seguimos en la pelea y es lo que vale, aunque algunos no quieran arrimarse y sigan mirando para otro lado.
Con lo sencillo que es hacer las cosas “medio bien” a veces...

Y felicidades por ese trabajo que además de escucharse, se puede mirar y tocar dejando las huellas sobre su caja, algo de lo que a noche de hoy yo aún no puedo presumir.

Por cierto, cuantas canciones seguidas hay que tocar sobre ese escenario para sentirse cómodo..? No, no era por la muñeca.
Tal vez a partir de la cuarta ya no se sienta uno como un extraño, o puede que con mi guitarra al lado sea diferente.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Rehabilitación


He dejado atrás las “descargas”, el láser, los masajes con ese ungüento mentolado que casi hacia llorar en las primeras sesiones.....ah, y las inmersiones en parafina, como olvidarlo.
Sufrir ahora para no hacerlo en el futuro.
Ese podría ser el lema de la rehabilitación, y eso que nadie te da garantías al 100%.

“Como sigas tirando con esa mano y no pares un poco, no va a servir de gran cosa todo esto”.
Tal vez la fisio tenía razón.

En ocasiones, es más una cuestión de tiempo, de reposo y no forzar la máquina pero llegados a un punto.....
¿cómo saber hasta donde necesitamos una mano que nos ayude o podemos hacerlo por nosotros mismos?

Todo depende del grado de la avería claro. Pero mientras sigamos sintiendo dolor por muy leve que sea, al retomar de nuevo la actividad o cuando nos meten los dedos en la zona afectada, no tendremos la seguridad de haber acertado del todo con el tratamiento.

lunes, 2 de febrero de 2009

Pregúntale al viento...


Definitivamente este invierno ya no es un secreto.

El día que la lluvia no lo llena todo, recoge el testigo la nieve para arroparnos con su manto y cuando estas parece que van a darse una tregua, llega el viento como diciendo aquí estoy yo y se erige protagonista aunque sea de un corto inesperado.

Si. Ha pasado por aquí, es evidente.

A veces nos esforzamos por dejar rastros como esos perros de la lluvia para que alguien nos siga, o incluso, para retomar nuestro propio camino ya sea de vuelta o no, si es que el rumbo elegido no es el correcto.
Otras, por el contrario, tratamos de borrar las huellas que hemos dejado como si con eso consiguiéramos un reseteado de nuestros propios actos o palabras.
Pero el viento no se presta a ese tipo de juegos.

Si pudiera se llevaría todas estas palabras y alguna más que encontrara por el camino.
Sólo las que tienen tanto peso como ese banco, testigo impasible ante el baile del resto de estructuras metálicas a su alrededor, parecen tener la confianza suficiente para mirarle aunque sea de reojo y aguantar ante sus embestidas.